domingo, 5 de junio de 2011

El dueño del mundo (y II)


Aunque la historia le ha tratado como un emperador justo, magnánimo y benevolente, Octavio Augusto no fue moderado en la victoria de las cinco guerras civiles que tuvo que sostener durante su reinado (Módena, Filipos, Perugia, Sicilia y Accio) En la segunda, mandó a Roma la cabeza de Bruto para que la arrojaran a los pies de la estatua de Julio César y vengar así su asesinato.

En otra ocasión, el emperador prometió otorgar gracia al vencedor de un duelo entre un padre y su hijo. Éste, tras quitarle la vida a su progenitor, se suicidó, complaciéndose Augusto en verles morir (Vida de Augusto; Suetonio) Entre su extensa hoja de servicios, ordenó, entre otros, acabar con la vida de Cesarión, el hijo que tuvieron Julio César y Cleopatra, así como con la del hijo que el ex triunviro Marco Antonio tuvo con Fulvia.

Augusto también castigaba con la muerte como a simples soldados a centuriones que abandonaban su puesto. Y arrancó con sus propias manos los ojos de un pretor que escondía bajo la toga unas tablillas y que Augusto confundió con una espada, atemorizado (Los doce césares. Del mito a la realidad; Régis F. Martin)

En su vida personal también se vio obligado a actuar con contumacia ante los desórdenes de las dos Julias, su hija y nieta. A ambas las desterró por cometer adulterio. Dejó escrito en su testamento que no quería que le sepultaran junto a su hija en el mausoleo familiar. Algunos de sus mayores enemigos, como Marco Antonio, acusaban al emperador de que obligaba a desvestirse a madres de familia y jóvenes vírgenes para examinarlas.

Castigado por la enfermedad

Octavio Augusto fue un hombre de salud frágil. Su enfermedad más grave tuvo lugar en el año 23 antes de Cristo con una crisis de cólicos hepáticos. Era un hombre simple que llevaba vestidos confeccionados por su hermana, mujer, hija y nietas, y que vivía casi como un particular. Creó un cuerpo de bomberos para combatir los incendios de Roma, aunque también tenía funciones de orden público, orgnización que derivó en la guardia pretoriana. (Augusto; Augusto Fraschetti)

De forma asidua Augusto impartía justicia, incluso de noche. Si se encontraba enfermo, juzgaba acostado en su casa. Creó leyes que prohibían el adulterio, la sodomía o el vagabundeo. En cuanto a los actores de teatro, reprimió siempre sin compasión sus desórdenes, con azotes continuos.

Algunos auspicios los tenía por infalibles. Si por la mañana se calzaba al revés y se ponía el zapato izquierdo por derecho, lo consideraba como algo funesto. No emprendía un viaje si el día anterior era jornada de mercado (Historia y vida de los Césares; Suetonio)