viernes, 3 de septiembre de 2010

La depravación de Tiberio: ¿realidad o ficción? (I)


Historiadores como Tácito y Suetonio valoran de forma catastrófica la segunda etapa del reinado de Tiberio, la que corresponde al periodo del año 23 al 37 de nuestra era, cuando tuvo lugar su muerte. Coincide con su decisión de abandonar la capital del Imperio para ir a vivir a Capri. Le acusaron de misántropo, cruel y de práctica de aberraciones sexuales.

El listado de lindezas era el siguiente: acoplamientos en cadena para saciar instinto de exhibicionista, con el emperador ordenando tal o cual postura siguiendo ilustraciones pornográficas; lupanares en plena naturaleza donde se prostituían jovencitos y jovencitas vestidos como silvanos y ninfas; felaciones impuestas a niños apenas destetados, sadomasoquismo… (Los doce Césares. Del mito a la realidad; Régis F. Martin)

A lo que sí se aficionó en su retiro fue a la astrología y se dejaba influir demasiado por la política de terror que aplicaba su prefecto del pretorio, Sejano, en Roma, lo que le granjeó enorme animadversión del pueblo.

Reinado en continua sospecha

Sin embargo, esta imagen de desprestigio de Tiberio no es del todo verosímil, según muchos otros historiadores. No obstante, todo su reinado transcurrió en una atmósfera de sospecha, pues se le acusó de urdir un complot para asesinar a su sobrino e hijo adoptivo Germánico (padre de Calígula), a quien Tiberio envió a Oriente para restablecer el dominio sobre Armenia (Historia Universal. Edad Antigua. Roma; Julio Mangas)

Ya antes de acceder al poder, el predecesor de Tiberio en el cargo, Octavio Augusto (gobernó del 27 antes de Cristo al año 14 de nuestra era) no disimulaba su desprecio por el futuro emperador, a quien consideraba falto de nobleza e indigno de ella. Tiberio era zurdo, tenía los ojos de distintos colores, uno verde y otro azul, como los gatos y, aunque era miope, de noche tenía una visión de gran agudeza (El Imperio Romano; Pierre Grimal)