Historias, anécdotas, curiosidades, vicisitudes y excentricidades de los habitantes, costumbres y avatares que formaron parte del mayor imperio que ha conocido jamás la historia de la humanidad. Alea jacta est...
miércoles, 2 de febrero de 2011
Las cloacas del Imperio
Durante la República, en Roma no existían cuerpos especializados para garantizar el orden público. De la seguridad pública se encargaban, no siempre, los esclavos públicos o tropas elegidas que enrolan a jóvenes de las clases altas al servicio de los cónsules.
Tras varios incendios, el emperador Augusto crea un cuerpo de siete cohortes de un millar de hombres al mando del praefectus vigilum. Cada cohorte se ocupa de la seguridad de dos regiones de la ciudad; se encarga de extinguir y prevenir los incendios, pero acaban asumiendo cometidos policiales más amplios (Historia de Roma. Día a día en la Roma Antigua; José Nieto)
En cada uno de los catorce distritos en los que estaba dividido Roma existía un cuartel o comisaría (excubitorum), que era también parque de bomberos. Estaba servido por un retén de vigiles que patrullaban las calles provistas de cubos y armas, por si había incendios o reyertas.
Aunque para sentirse seguro, lo mejor era que un ciudadano llevara su propia escolta, cuatro o cinco fornidos esclavos armados de garrotes y provistos de luces (Roma de los Césares; Juan Eslava Galán)
A partir del siglo II de nuestra era se instauró en el Imperio una especie de policía secreta llamada frumentarrii (forrajeadores), quienes además se encargaban de la recogida y transporte del correo.
Desde el emperador Diocleciano, la Roma del Bajo Imperio se sustentaba en un cuerpo policíaco de carácter confidencial (agentes in rebus) que tenía como funciones principales la vigilancia de la burocracia administrativa y el servicio secreto del Imperio.
Contaban con un listado completo de sospechosos que cubría desde los simples ladrones a los más sanguinarios, la censura del correo y el espionaje y delación de los burócratas y ciudadanos en general. Representaban una permanente amenaza para las personas influyentes y eran muy eficaces en el control de la opinión pública (Historia ilustrada de la Antigua Roma. De los orígenes a la caída del Imperio; Susaeta)
Entre las funciones de esta policía secreta estaba el seguimiento de los crímenes de lesa majestad y actuaba casi como un poder autónomo en el que sus principales armas eran el chantaje y la prevaricación.
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